Las vacaciones estivales, un buen momento para la lectura

{ domingo, 23 de enero de 2011 }


El verano conlleva, para muchos, la posibilidad de un descanso. Sabido es que entre el primer y segundo día de vacaciones, las personas con fuertes hábitos laborales, sufren un proceso de adaptación a la nueva rutina que puede generar hasta alguna emoción adversa. Es imprescindible estar preparado para esa tregua que se impone tan necesaria, tan  deseada que parece querer jugarnos una mala pasada al enfrentarnos con el tiempo libre. Sabemos cuántas son las actividades que nos esperan para ser disfrutadas y que entre ellas, claro está,  se nos ofrece la lectura. Pero qué leer es la pregunta de casi todos. Aquellos que poseen el hábito no quieren desaprovechar ni un solo día de ese período anual para encarar la lectura de alguna obra que por extensa no pudo ser abordada antes, o por su temática necesita tiempos de reflexión. Los que esperan las vacaciones para leer al fin un buen libro, quieren leer “el mejor”, los que han decidido que este año es oportuno para comenzar a transitar el sendero de la literatura, no saben por dónde empezar.
La pregunta que a menudo me hacen, especialmente como docente, es cómo saber que un texto es literario. La respuesta, soy consciente, podría confundir si consideráramos clasificaciones o géneros,   y es por eso que prefiero contestar que es la obra quien debe responder por sí misma,  al mostrarles que en su contenido es más significativa la forma que el fondo; porque la literatura se vale de un lenguaje que cuida las estructuras,  atiende la estética, no se distrae frente a posibles vicios sintácticos, presume de “coqueta”. Y es entonces cuando aparece el interrogante de si un best seller es o no  literatura. Vuelvo a responderles lo mismo: basta con que reúna esas características… Acaso todo lo que se precia de ser literatura, ¿lo es?
Intento contribuir (si acaso pudiera) en esa tarea de encontrar el libro que acompañará las horas ociosas
.Es aquí donde librerías y medios de comunicación -sean diarios, revistas, suplementos culturales o la misma Internet- debieran adquirir un rol preponderante. A menudo es tanta la oferta, tan variada y disímil, que se hace difícil optar. Los best seller aparecen ante los ojos del lector porque el mundo editorial se encarga de que así sea. Aparecen en las tapas de las revistas, en las vidrieras de las librerías, en las propagandas radiales y televisivas. Pero no son la única opción, ¡no lo son!
Quizás sean estas vacaciones el momento oportuno para leer un clásico de la literatura, para conocer una obra de las consideradas universales, para optar por un autor contemporáneo, o aún así preferir un libro escrito en nuestra lengua y no traducido.
¿Cuentos o novelas? ¿Poesía o relatos? ¿Algún ensayo o la historia de un determinado país, una época o un movimiento pictórico? Lo que primero de todo esto les venga a la mente, porque sólo eso determinaría una elección.
Desde mi experiencia  me atrevo a sugerirles títulos de los que, aventuro decir, no se arrepentirán de haber escogido: si es el deseo incursionar en best seller pueden elegir aquellos que comenzando como tales terminaron en clásicos irresistibles como Cien años de Soledad de Gabriel García Márquez, La muerte en Venecia de Thomas Mann, Madame Bovary de Gustave Flaubert, Rosaura a las diez de Marco Denevi, A sangre fría de Truman Capote,  El llano en llamas de Juan Rulfo. Si se deciden por historias tan largas como exquisitas pueden optar por  El guardián entre el centeno de Jerome David Salinger, Rojo y Negro de Stendhal, Las uvas de la ira de John Steinbeck o  La Montaña Mágica de Thomas Mann.
No dejen de considerar entre las  novelas a El aliento del cielo de Carson McCullers, Oscuramente fuerte es la vida de Antonio Dal Maseto, La Octava Maravilla de Vlady Kociancich o Canta la hierba de Doris Lessing.
Y los cuentos, todos,  de nuestros narradores Héctor Tizón o Juan José Saer.
¡Que la disfruten! ¡Y muy felices vacaciones!
Olga Starzak