Noche imperturbable, de Marcela Redondo Moreno, participante del Taller

{ sábado, 7 de agosto de 2010 }

La imperturbable noche había llegado. El agua corría por los surcos de la calle, evidenciando una larga lluvia. Sin embargo, ahora el cielo era negro sin siquiera una estrella en su inmensidad. Los imponentes edificios parecían absorbidos por una neblina densa y gris. Ésta, caprichosa y sofocante, se extendía sigilosa por la húmeda calle y junto con la atenuada luz amarilla de los faroles,  provocaba el ambiente ideal para un crimen londinense. Dejándose manipular por el horror de este contexto, una figura negra corría por la estropeada vereda hacia el autobús que, decisivo, se alejaba sin intención de regresar. Detrás de la figura, allí donde la bruma envolvía casi por completo el camino, se podía distinguir otra silueta que, impasible, contemplaba la situación con deleite; utilizando de refugio su destartalado camión. Quizá participaría en la oscura escena tan pronto el colectivo dejara nada más que su rastro de humo gris.
Esa carretera de la nocturna y fría Londres sería una vez más el escenario de un crimen sin resolver.