El globo amarillo
Dentro del escenario perruno, la refriega afectuosa continuaba. El ruidoso encuentro de los dos luceros errantes es muy similar al de una coctelera en plena función doméstica. Fuera del escenario, el paisaje de lejanías anubarradas atiende a los fuertes remolinos. Estos comparecen ante el conjunto de las fuerzas en conflictos. Traen sosiego al conjunto (es tarea de duendes), aparecen ahí, en donde nadie los espera. El misterio trastoca todas las partes indisolubles de la naturaleza.
En una de esas nubosas viajeras nos largamos a la magnitud - soberana inmensidad - el vacío espiritual acompañaba nuestro susto, junto a nosotras y sujeto a un alfiler viajaba un amodorrado globo amarillo. De ahí en más seguimos al hipnótico astro una cantidad variada de burbujas, entre ellas me encontraba yo, la más pequeña.
Calzaba entre mis sienes un casquete de hielo que resplandecía en la oscuridad; al menos así lo decían mis amigas. Mi panza resguardaba la materia gris, el alimento balanceado que solemos utilizar para nuestros viajes imaginarios. El color de mi piel, de un marrón tupido tejido con hilos de seda, servía para materializar una chocolatada caliente a la hora del infortunio.
Nos movíamos alrededor de la soleada figura; con alegría celebrábamos los juegos más inverosímiles, nos habíamos encariñado con uno, por cierto muy sensual; era un golpeteo de caderas con el que avivábamos el juego.
Por ser la benjamina del grupo era la encargada de abrir el juego y alimentar el recuerdo de las juguetonas ancestrales.
Las risotadas se escuchaban de muy lejos, rebotaban en el eco de la grandeza y regresaban hasta nuestros oídos; con poca fuerza balanceaba mi cadera para iniciar el ansiado pasatiempo. Le elegimos un nombre muy singular: Golpeteo de palmas cruzadas. Una a una, con los brazos acomodados en equis y nuestras palmas hacia arriba, cosquillábamos la panza del globo. El placer del entretenimiento entreveía las más bellas y costosas de las escenas y, claro… nos aireábamos de los sofocones ocasionados por el calor del globo amarillo.