ORTOGRAFÍA – ALGUNAS REGLAS GENERALES

{ viernes, 29 de abril de 2011 }








1 - Delante de p y b siempre se escribe m y nunca n. Ej.: Bombilla, lámpara.
2 - Se escribe d a fin de palabra cuando el plural lo hace en des. Ej.: De bondad, bondades.
3 - Se escribe z a fin de palabra cuando el plural lo hace en ces. Ej.: De juez, jueces.
4 - Se escribe y al final de la palabra cuando no sean agudas terminadas en esta vocal. Ej.: Muy, rey, ley, hoy, doy, voy. Excepciones: Colibrí, manatí, hurí...
5 - Después de las consonantes l-n-s (lunes) y al principio de palabra, se escribe r aunque se lea como rr. Ej.: Alrededor, honra, Israel, rabia.
6 - Se escriben con mayúscula los nombres propios, al empezar un escrito y después de punto. Ej.: José, Córdoba, Ebro, Ibérica.
7 - Las palabras derivadas se escriben con la misma ortografía que las primitivas de donde proceden, menos las siguientes: De hueco, oquedad; de huérfano, orfandad, orfanato; de hueso, óseo, osario, osamenta; de huevo, oval, ovoide, ovíparo.

Sueños con Salamancas, de Celia María Soto Payva, participante del taller

{ viernes, 8 de abril de 2011 }



Apoyé la cabeza en la almohada, me disponía a dormir. El desgano y la altísima temperatura se adueñaron de mi cuerpo. Exhausta, dejé vagar el pensamiento… La música en la radio acompañaba la siesta. Peteco cantaba:
Buscando la salamanca hasta los montes llegué. Fui pidiendo para mi, fortuna, fama y poder. La noche envolvió mi sombra antes del amanecer…
Pensé en la letra de la chacarera. Encerraba misterios que no comprendía. Tal vez, porque moraba desde hacía días en la región.
Cuando abrí los ojos, un hombre vestido de blanco inspeccionaba mis párpados. Apretó mis brazos y piernas, ordenó acercarme el agua para beber en tragos pequeños.
Asustada, realicé un esfuerzo para retomar los sueños; insistir en ese mundo fantástico… Sentí algo frío sobre el pie; un vientre rojizo con el lomo negro, lleno de manchas amarillas y cabeza chata se deslizó por él. En voz alta la gente gritó: “es una salamandra, en ella vive la maldad”. Los escalofríos recorrieron mi cuerpo. Al fin, el horrible batracio siguió su camino.
Ahora debo escapar del festín obsceno, donde se bebe y come en exceso. Libertinaje de cuerpos desnudos, entrelazados en medio de una orgía de pasión y desenfreno.
Regresé con miedo a las cuevas metidas entre el follaje espeso de los cerros bajos. Alguien, cubierto de la cabeza a los pies con un manto oscuro, enseñaba a los adeptos a seducir mujeres, domar caballos, curar. Sobre todo a cantar y tocar los instrumentos.
El paraje solitario se iluminó con el fuego; las brujas danzaron al son de las palmas. El sonido de un violín se fue con el viento… vaya uno a saber desde qué lugar, el bombo legüelo contestó afinado, con su armazón de madera de ceibo.
Aceleré el paso contra la ventisca y los grandes remolinos de arena y hojas. Caminé y caminé. Miré puertas y ventanas cerradas de la ciudad. No había Nadie. No había nada. Pensé que la noche habría olvidado a la luna. Que el diablo aprovecharía las circunstancias para deambular indiferente.
Con fuerza aprisioné en mi mano la medalla sagrada.
Escuché a los gatos que, en los tejados, lloraban de amor o miedo… Y a lo lejos, otra vez la canción: De a poco fui conociendo secretos del Socavón, que no hay planta ni elixir para el amor, que hay un tiempo que está unido con las memorias del sol…